Marco de referencia
Si la innovación persigue crear valor a través de la aplicación de conocimientos, la ética cuestiona el uso que hacemos de nuestra libertad, reflexionando sobre qué está bien y qué está mal, por qué hacemos algo o si son adecuados los procedimientos y recursos que utilizamos.
La ética resulta clave al considerar los tres eslabones esenciales de toda innovación: al plantear sus objetivos, al utilizar los medios y métodos que la harán posible, y al comunicar o explotar sus resultados.
- Al plantear los objetivos, porque estos pueden servir a intereses individuales o colectivos, a corto, medio o largo plazo, con efectos inapropiados sobre las personas o el medio social o natural en el que vivimos, además de asociar riesgos relacionados con propósitos ilegítimos (para la manipulación, agresión, detentación de poder, etc.).
- De igual forma, los medios y métodos de cualquier proceso innovador pueden o no respetar principios tales como la administración o el uso correcto de recursos (tecnológicos, financieros, sujetos de ensayo -humanos o animales-, etc.).
- Y, por supuesto, la ética sirve para evaluar la manera de explotar los resultados de la innovación según sean veraces, responsables socialmente y respeten los principios de no maleficencia y beneficencia.
Y es que el progreso, fruto de los procesos de innovación, amplía cada vez más nuestras capacidades y el efecto que estas tienen sobre el entorno físico y social, al tiempo que modifica la manera en la que nos relacionamos con ese entorno, incluyendo fenómenos de desacoplamiento o exclusión social, dependencia del sistema socioeconómico del que formamos parte, tensiones medioambientales y sociales, además de riesgos para la salud, la diversidad cultural, la equidad y la justicia social.
En respuesta a tales tensiones y riesgos, aparecen de manera continua nuevos valores culturales. Por ejemplo, el de la eficiencia energética surgió a raíz de la crisis del petróleo de los años 70, y el de la sostenibilidad una o dos décadas después. Y se crean conceptos más maduros, como el de investigación e innovación responsable (RRI: Responsible Research and Innovation).
También se exacerba la dicotomía entre la innovación al servicio del mercado -del beneficio económico- y la innovación social -al servicio de las personas-, provocando dilemas éticos y políticos, como ha sucedido y sucede al hacer frente a las consecuencias sanitarias y sociales de la COVID sea cual sea la escala territorial que se considere.
De hecho, los poderes públicos, en ocasiones espoleados por la ciudadanía, se ven impelidos a atajar los perjuicios de esta manera de actuar, muchas veces cuando ya se han producido, y no siempre con éxito.
Se trata de una razón fundamental, entre otras, para que la anticipación del análisis ético de los impactos indeseables de la innovación se convierta en una práctica habitual a través de distintos procesos de análisis y regulación.
En Europa son muchas las iniciativas de este género ante la acelerada introducción de innovaciones que cambian la sociedad en la que vivimos, y también como respuesta a la creciente desconfianza en las grandes corporaciones tecnológicas (en particular, ante las denominadas big tech: Facebook, Amazon, Apple, Microsoft o Google), que acumulan un gran poder gracias a modelos de negocio escalables sin límites legales.
Pero, más allá de las políticas y regulaciones que tratan de paliar los efectos negativos de ciertas innovaciones, la innovación responsable y el desarrollo tecnológico respetuoso con la dignidad de las personas preconiza una acción preventiva tanto en los ámbitos de la educación, como de la implicación de toda la sociedad, a fin de preservar la ética del progreso que conlleva la innovación.
Así, se argumenta que la educación ha de propiciar un pensamiento crítico y una mejor comprensión del uso responsable de los avances logrados a través de la innovación, además de una mayor capacidad para identificar los efectos potencialmente perversos. Gracias a ello, la implicación de la sociedad (o participación pública en investigación e innovación, como la denomina la Comisión Europea) haría teóricamente posible cocrear el futuro con la ciudadanía y las organizaciones de la sociedad civil, incorporando la mayor diversidad posible de personas que habitualmente no intervienen en asuntos relacionados con la investigación y la innovación.
Sin duda, se trata de una cuestión que afecta a todas las actividades y sectores, pero que resulta especialmente sensible en aquellos que cabría calificar de esenciales, como la alimentación, la medicina, el deporte o la discapacidad, entre otros.
- En la alimentación porque, además de tratarse de un ámbito básico, son muchas las cuestiones relacionadas que dependen de planteamientos analizables desde una perspectiva ética: la producción y distribución de alimentos, los efectos sobre la biodiversidad, la salud, el medioambiente, etc.
- En la sanidad porque los avances tecnológicos determinan en gran medida la capacidad de curar las enfermedades y paliar sus efectos, porque el acceso a los recursos sanitarios de los que depende la salud e incluso la vida de las personas exige una capacidad económica sólo al alcance de una minoría, porque sobre la salud se construyen grandes negocios en los que la innovación es el factor fundamental del que dependen, con frecuencia alejados del interés general.
- En el deporte porque, pese a que se trata de un ámbito en el que, además de utilizarse soluciones innovadoras en entornos más exigente que el de la vida cotidiana (gracias a los que se ponen a punto bienes y servicios de uso poblacional masivo como ropa, calzado, pavimentos o alimentos), existen entornos, como el profesional y el de élite, en el que se superan los límites de la salud y en el que sus protagonistas se erigen en cuestionables referencias sociales.
- En el ámbito de la discapacidad porque, pese a constituir un sector poblacional muy importante (más de 3,8 millones de personas en España tienen algún tipo de discapacidad), la innovación, que permite poner a punto recursos para su participación social y facilitar el acceso a entornos, bienes y servicios de uso cotidiano, también produce exclusión social, en la medida en que no se consideran las condiciones de utilización al diseñarlos y ponerlos a disposición de los usuarios con discapacidad.
Así, cabe preguntarse:
- Cómo dotarse de instrumentos que permitan, a la luz de la ética, una mayor capacidad crítica al promover o apoyar iniciativas innovadoras con recursos públicos e incluso privados sin perjudicar el avance asociado a la innovación y, en particular, a la innovación tecnológica.
- Cómo favorecer en la ciudadanía un espíritu o visión socialmente responsable al utilizar los avances tecnológicos.
- Cómo implicar a todos los sectores poblacionales en la selección de las prioridades de la investigación científica y la innovación.

Participantes
Ponente: José Pío Beltrán, Profesor de Investigación del CSIC en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP).
Contertulios:
- Amparo Chiralt, Catedrática de la Universitat Politècnica de València.
- Arturo Ruiz, Vicepresidente de la Asociación de Federaciones Deportivas de la Comunidad Valenciana (CONFEDECOM).
- Luis Vañó, Presidente del Comité de Entidades Representantes de Personas con Discapacidad de la Comunidad Valenciana (CERMI-CV).
- Máximo Vento, Director Científico del Instituto de Investigaciones Sanitarias La Fe.
- Pedro Carrasco, Catedrático y Director de Innovación de la Universitat de València.
- Rafael Juan, CEO de Vicky Foods y Vicepresidente del Círculo de Estudios sobre Innovación.
Moderador: Miguel Tito, Vocal de la Junta Directiva del Círculo de Estudios sobre Innovación.

Materiales
Cápsula del debate
Grabación completa
Ponencia
Descarga en PDF la ponencia realizada por José Pío Beltrán.

Conclusiones
A continuación, se presentan las conclusiones del Debate 03 señalando, al final, el grado de acuerdo alcanzado tras realizar una encuesta de opinión en la que se han recogido 28 respuestas (descargar los resultados en PDF), expresado como la media (MED) de dichas respuestas en una escala 0 – 10 (en completo desacuerdo – en completo acuerdo) y la dispersión de esas respuestas en términos de desviación típica (DT).
- El análisis ético ha de servir de base al evaluar preventivamente las tres etapas de cualquier actividad de investigación o innovación (I+I): al plantear sus objetivos, al determinar los materiales y métodos necesarios para desarrollarla y al decidir la forma en la que se difundirán o explotarán sus resultados.
MED = 9,21 / DT = 1,20 - No resulta ético limitar el uso de las soluciones tecnológicas disponibles para resolver los problemas básicos que afectan a las personas (en alimentación, sanidad, etc.), al igual que no es ético discriminar, en función de su capacidad adquisitiva, el acceso a bienes y servicios fundamentales para su bienestar.
MED = 8,75 / DT = 2,19 - Las decisiones relativas a cuestiones esenciales (en alimentación, sanidad, etc.) deberían adoptarse tras un proceso contrastado (metaanálisis o estudios basados en la integración estructurada y sistemática de la información obtenida en diferentes trabajos), evitando decisiones precipitadas o interesadas.
MED = 9,14 / DT = 1,18 - No es ético publicitar bienes y servicios utilizando información no veraz o engañosa, y las administraciones públicas no deberían consentirlo.
MED = 10,00 / DT = 0,00 - Las asociaciones civiles habrían de desempeñar un rol relevante en la formación e información de la población para que las personas actúen de manera responsable con su salud, la sociedad y el medioambiente.
MED = 9,29 / DT = 1,01 - Habría de fomentarse, desde edades tempranas, la participación ciudadana en los procesos de los que dependen decisiones que afectan a grupos de personas (ya sea de manera directa o a través de asociaciones civiles).
MED = 8,93 / DT = 1,65 - Junto con las asociaciones civiles, las administraciones públicas deberían educar e informar a la ciudadanía, promoviendo actitudes responsables al consumir, relacionarse o desarrollar todo tipo de actividades.
MED = 9,50 / DT = 0,75 - En particular, habría de incrementarse la cultura ciudadana sobre asuntos relacionados con la I+I.
MED = 9,39 / DT = 0,92 - La ciudadanía, a través de las asociaciones civiles, debería intervenir en el diseño de las políticas y programas para la promoción de la I+I, e incluso participar de manera directa en proyectos o servicios, como los sanitarios, que les afectan colectiva o personalmente.
MED = 8,50 / DT = 1,69 - Las empresas que acrediten estándares que demuestren su responsabilidad social deberían ser discriminadas positivamente por las administraciones públicas al adquirir bienes o contratar servicios.
MED = 9,00 / DT = 1,56

Documentación sugerida
Se sugiere consultar la siguiente documentación:
- https://ec.europa.eu/programmes/horizon2020/en/h2020-section/public-engagement-responsible-research-and-innovation Documento elaborado por la Comisión Europea sobre la participación pública en investigación e innovación responsables.
- https://ec.europa.eu/programmes/horizon2020/sites/default/files/great_d6_4a.pdf Documento correspondiente al Proyecto GREAT del Séptimo Programa Marco de I+D de la Unión Europea sobre Investigación e Innovación Responsable.
- https://op.europa.eu/en/publication-detail/-/publication/306a7ab4-f3cb-46cb-b675-9697caf5df19/language-en Publicación de 2015 de la Unión Europea sobre Indicadores para promover y supervisar la investigación y la innovación responsables.
- https://www.csic.es/es/el-csic/etica/etica-en-la-investigacion Publicación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) sobre la Ética en la Investigación.
- https://www.miteco.gob.es/es/ceneam/recursos/pag-web/investigacion-innovacion-responsables.aspx Publicación del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico sobre Investigación e Innovación Responsables.

Agradecimientos
- A la Ciudad Politécnica de la Innovación y a la Universitat Politécnica de València, por la REALIZACIÓN.
- Al Taller d’Audivisuals de la Universitat de València, como PRODUCTOR EJECUTIVO.
- A la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunidad Valenciana (REDIT), a la Universitat Politècnica de València y a la Universitat de València, como COPRODUCTORES.